Este verano, mi hija y yo fuimos de campamento a Cáceres, a
Barrado, a la Aldea Juglar.
Lugar sorprendentemente mágico, donde se respira una
tranquilidad, una diversión y una armonía increíbles, gracias a la estupenda
gente que decidió compartir la aventura y gracias a los seres absolutamente
creativos, vitales, risueños y tiernos que organizan todo aquello (siempre con
una caja de sorpresas debajo del brazo).
¡Maravilloso campamento de los desafíos!
El único problema de conocerlo, es que luego igual no te
quieres ir.
El lugar donde no existen los imposibles. Donde hasta
incluso es posible, no hacer nada más que Ser.
Y si alguien no cree en dios, que vaya a la Aldea Juglar,
que por allí hay alguno que otro suelto.
Vamos, que si teneis oportunidad, no dudéis en contactar
con ellos, que os organizan lo que sea, con hijos, o con amigos, o con lo que
quieras. Bueno, que impresionante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario